Para muchas familias septiembre viene marcado en el calendario por la “vuelta al cole” de los hijos. Han sido unos meses de flexibilidad en los horarios, de disfrute y aprendizaje menos formal, de conciertos al aire libre, abuelos, quedadas con amigos, ‘terraceo’ de noche —para muchos niños esto es algo increíble, algo único de las noches de verano—, visitas al pueblo y un sinfín de experiencias interesantes que trae el tiempo estival.
Es por ello, que, al menos para los niños, la vuelta al cole supone un cambio de ritmo y rutinas enorme.
Hablar de ritmo desde la perspectiva de la educación respetuosa…
…es poner la atención en facilitar e incorporar hábitos en el niño de forma natural, sin forzar situaciones que requieren cambios bruscos para los ellos.
De esta forma, es el adulto y acompañante quién ha de realizar un trabajo sobre todo a nivel interno, integrando en las rutinas de la familia las acciones que garanticen la máxima cobertura de las necesidades individuales (alimentación, descanso, aseo e higiene personal, ocio, expresión emocional, etc), sin exigencias o cargas hacia los niños (del tipo “tienes que dormir”, “hay que comer”, “se nos hace tarde”, etc).
¿Qué podemos hacer como madres y padres para que este gran momento se viva de forma equilibrada?
Es imprescindible elaborar un “horario familiar» con las actividades que se van a desarrollar y donde también se recogen los tiempos de ocio. En las familias con hijos más grandes, hacerlo entre todos enriquece el momento y añade responsabilidad de llevarlo a cabo desde la autodisciplina en vez de la imposición o autoridad.
A la hora de marcar los horarios, es interesante observar cómo a nivel familiar nos organizamos sin estrés, y desde ahí será más realista la acción de fijar objetivos que luego se van a cumplir sin agobios.
¡CUIDADO! De nada sirve seguir manuales más o menos de orientación pedagógica sólo por seguir algo que en teoría funciona si no respeta o cuida las necesidades individuales propias.
“Seguir el propio ritmo es coherencia individual, seguir la pauta socialmente más habitual es imponernos un ritmo externo, que no siempre se ajusta al ritmo personal, y de ahí, vienen las frustraciones y estreses por no alcanzar lo que para otros funciona”.
¿Es posible disfrutar la vida familiar sin caer en la monotonía?
Entender el “ritmo” como una sucesión de acciones distintas que se repiten más o menos en los mismos horarios y se prolonga en estructura durante los días, equilibra la vida familiar en su conjunto, tanto a adultos como a niños.
Facilita el trabajo de planificar y organizar el mismo espacio común considerando las particularidades de cada individuo y las necesidades del conjunto. Atendiendo a la mirada del niño, se puede decir que aporta una estabilidad y equilibrio único, que van dando seguridad al tiempo que fortalecen su autoestima.
Ritmo vivo, dejar la monotonía en el armario
Atención especial a la flexibilidad del día cotidiano y a evitar las situaciones rígidas sólo por ceñirnos a un horario que teníamos marcado.
Aportar oxígeno e intercalar en lo posible acciones de concentración (trabajos de lectura, investigación, escolares ) con acciones de expansión (arte, música, danza, etc), sin olvidar el componente de conexión con la vida en las rutinas cotidianas (paseos, parque, bosque, preparar comidas, ir al mercado, etc).
Ritmos que facilitan la logística familiar, sin olvidarnos de los” tempus” orgánicos que nos aportan identidad como seres vivos —culturales, ambientales, espirituales, y sostenibles del planeta tierra—
Vamos elaborando un ritmo en el niño y como adultos recordamos lo que una vez de niños también nos hacía vibrar de otro modo, con una ilusión y un conocimiento festivo que poco a poco, cuando llega su momento, va madurando y se integra como sabiduría de la vida.
Y ahora, toca pasar a la acción…..!!!
Tanto en la familia como en los ámbitos escolares, tener presente el ritmo ayuda a equilibrar las distintas actividades y acciones que realizamos, tanto en “tribu” (en familia) como solos.
Importante planificar y organizar como adultos y acompañantes antes de preparar con los niños. Es nuestra responsabilidad llevar a cabo lo que vamos a poder sostener, y luego está bien poder contar con los niños siempre que su edad les permita expresarse desde su emoción y necesidad, no como una tarea o carga que han de resolver ellos!!
Para nosotros, como adultos, un buen ánimo y el buen descanso son vitales para poder estar presentes en tiempo de calidad a la hora de realizar estas acciones.
Os animo a desarrollar la persistencia para lograr lo que nos proponemos en vez de dejar con desinterés por sentir que no llegamos a hacer las cosas.