La ciudadanía, cada vez en mayor medida, va tomando conciencia del estado en que se encuentra nuestro planeta pero aún nos sigue costando aplicar medidas correctivas que aminoren el cambio climático y ayuden a la recuperación del entorno. Es responsabilidad de todos actuar para que ello suceda.
Cerrar grifos, apagar luces, reciclar basura… Y muchas más medidas que a menudo nos cuentan que hay que aplicar pero que, sin embargo, muchas veces nos mostramos reticentes a acatarlas.
Pensando un poco más como sociedad global y no tanto como individuo particular, ¿te has planteado alguna vez cómo es nuestro modelo de producción? ¿Te has parado a pensar en la cantidad de residuos que generamos o la cantidad de comida que desperdiciamos? Todas estas actuaciones, que muchas veces pasan desapercibidas, tiene un impacto brutal en el medioambiente. Así, la clave del cambio está en transformar ese crecimiento descontrolado del que muchas veces no somos conscientes.
Surge de este manera una corriente que propone invertir este modelo, es decir, pasar del crecimiento descontrolado al decrecimiento regulado. Es así como se conoce a la teoría del decrecimiento, la cual intenta poner de manifiesto una serie de claves que establezcan una armonía entre la forma de producir un bien o servicio y los límites de la Tierra.
Aplicación de la teoría del decrecimiento y las “8 Rs”
Con crecimiento nos referimos al aumento del uso de materias primas que generan riquezas. Es decir, la utilización de grandes cantidades de energía para la producción de cualquier bien o servicio por ejemplo.
Si recordamos que nuestro planeta es finito, el crecimiento desmesurado en algún momento verá su fin. Es aquí, en este contexto y con la intención de enmendar este error, donde surge la teoría del decrecimiento .
La teoría del decrecimiento, con Serge Latouche como principal teórico, abarca la esfera política, económica y social y promueve la disminución controlada y progresiva de la producción económica con el fin principal de establecer un equilibrio entre ser humano y naturaleza a la par que entre los propios seres humanos.
Para acabar con este crecimiento infinito surge la implantación de las “8Rs” necesarias:
1. Reevaluar
Consiste en dar un nuevo valor al coste de la producción. No pagamos el coste real de la producción si tenemos en cuenta la deslocalización de la producción. Si pagáramos el precio real que implica salarios dignos, costes climáticos e impacto social que genera igual no haríamos frente a dichos costes porque estos serían bastante más elevados.
2. Reconceptualizar
Trata de dar un nuevo valor a las palabras. Crecimiento se asocia con desarrollo, con progreso y esto cambia de significado de unas culturas a otras. La práctica del crecimiento sin fin toca con la realidad finita. Las palabras no son neutras. Se propone otorgar un nuevo significado a la palabra «crecimiento».
3. Reestructurar
No es más que cambiar la forma de producción teniendo en cuenta a todos los actores que intervienen en el proceso así como su impacto en el entorno. Se trata de cambiar modelos productivos altamente dañinos y con efectos negativos en la sociedad.
4. Relocalizar
¿Qué sentido tiene comprar manzanas en Argentina, por ejemplo, si podemos producirlas aquí? Deslocalizar consiste en poner en valor el producto local ya que tendrá un impacto menor en el medioambiente y contribuirá en mayor medida a mejorar la economía autóctona.
5. Redistribuir
Si todos consumiéramos del mismo modo que lo hacemos en España, por ejemplo, sería inviable. Para que aquí se consuma de esta forma requiere que haya países menos beneficiados. Se plantea un reparto equitativo de la riqueza y un consumo acorde con los límites de la Tierra.
6. Reducir
Se trata de reducir al máximo el impacto negativo que tienen nuestras acciones en el medioambiente. También implica consumir de una forma controlada, “vivir mejor con menos”.
7 y 8. Reutilizar y Reciclar
La mejor forma de reducir nuestro impacto ambiental es reciclar los productos que ya no podemos seguir utilizando así como reutilizar elementos para darle una segunda vida y alargar al máximo su utilidad con el fin de no seguir abultando las montañas de basura de los vertederos.
Como ves, son muchas las cosas que tú puedes hacer por la Tierra y que simplemente requieren un cambio de mira, una concienciación activa de la problemática que nos afecta a todos y que por tanto, es responsabilidad de una sociedad entera actuar en consecuencia.