Al viajar a Atenas, el itinerario está más que claro. La visita principal y más esperada es, sin lugar a dudas, el Acrópolis, que vigila la capital griega dada su posición privilegiada. Después de admirar el maravilloso Partenón y el no menos espectacular Odeón de Herodes Ático, toca seguir descubriendo las reliquias de Atenas, considerada la cuna de la civilización occidental y de la democracia.
Parece que tenemos todo bien atado, pero, entonces, viene la Navidad y la capital griega vuelve a sorprendernos. Quizás no estés en una ciudad precisamente gélida, pero te garantizamos que te sentirás como en Laponia.
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Atenas en Navidad: más allá de calles iluminadas
Como en otros muchos lugares del mundo, Atenas en Navidad luce más iluminada que de costumbre. Guirnaldas y motivos navideños se apoderan de las calles de la ciudad, así como de los escaparates de los establecimientos. Sin embargo, aún hay que escarbar un poco más para descubrir el auténtico paraíso navideño.
En algún momento de tus paseos por la capital griega, acabarás pasando por la plaza de Monastiraki. Se trata del punto de partida para descubrir el barrio homónimo, donde las formidables vistas del Acrópolis (especialmente de noche) son la nota dominante. Pero también el área de Monastiraki es ideal para introducirte en la gastronomía griega o para perderte en sus mercadillos. Es el espacio perfecto para adquirir una icónica diadema de hojas de olivo, unas sandalias de cuero o un vestido de Atenea.
En uno de los laterales de esta plaza, discurre la calle Ermou, una de las avenidas comerciales por excelencia de Atenas. Solo necesitarás caminar unos minutos por ella en dirección contraria a la emblemática Plaza Syntagma antes de descubrir a tu derecha un festival de luces de colores que, irremediablemente, llamarán tu atención. Has llegado a la calle Karaiskaki, el rincón de Atenas donde vive la Navidad.
Una Navidad que seduce tanto por la vista como por el paladar
Acabas de dejar el área de Monastiraki para adentrarte en Psiri, otro de los barrios de moda de la capital griega. Conforme avances por esta calle, esa amalgama de luces que antes veías a lo lejos comenzará a tomar forma. Enseguida descubrirás ante ti un rincón repleto de motivos navideños, y te verás rodeado por ellos. El manto de luces de Navidad va dejando paso a diferentes edificios a los que no les falta detalle. Trineos, renos, regalos, pirulís y toda clase de iconos te envolverán de tal forma que te sentirás transportado a la aldea de Papá Noel.
Es normal que caigas en la vorágine de fotos y selfis, ¿quién no? Pero lo cierto es que la magia de la Navidad no acaba aquí. Esos edificios impecablemente decorados son, en realidad, coquetas cafeterías en las que dejarte llevar por los sentidos. Cualquiera de ellas cumplirá con creces tus expectativas.
En el interior, de nuevo, tendrás la tentación de fotografiarlo todo, pues realmente pensarás que estás en la casa de Papá Noel, en una juguetería navideña o en cualquier cuento mágico. Todo está medido para que el ratito que pases dentro sea superespecial. Mires donde mires, ten por seguro que será un rincón bonito. Y si creías que nada más podría sorprenderte, solo tienes que echar un vistazo a la carta, repleta de enormes y sabrosos pasteles, pancakes de cinco pisos, cafés y chocolates que harán volar a tu paladar.
No te preocupes si, por cualquier motivo, no puedes viajar a Atenas en Navidad, ya que, parece ser que la decoración de este rincón ateniense se cambia cada tres o cuatro meses. Pero, eso sí, ¡nunca deja indiferente!