Todos los padres que tenemos niños que empiezan la educación primaria, de repente, nos vemos inmersos en un universo paralelo que desconocíamos : los deberes escolares.
No podemos negar que la actitud de los padres hacia los deberes de los niños les condicionan bastante a realizarlos. Por tanto, es importante informarnos sobre los pros y los contras de hacer los deberes, para ser conscientes y consecuentes con nuestra postura como padres.
¿Para qué se mandan los deberes escolares a casa?
La respuesta oficial que se da a esta pregunta es que los deberes de los niños persiguen, en general, estos objetivos:
- Generar una serie de hábitos y actitudes relacionados con la capacidad de trabajar autónomamente, de formar un sentido de responsabilidad por el aprendizaje, de manejo del tiempo, etc.
- Permitir un tiempo individual de estudio.
- Mejorar el rendimiento académico del alumno.
- Favorecer que las familias se involucren en el aprendizaje de sus hijos.
Como objetivos son muy interesantes, y casi indiscutibles, pero,¿se consiguen en la práctica?.
A favor de los deberes de los niños
Los que están a favor de hacer los deberes argumentan que éstos no solo son buenos, sino que son necesarios.
Necesarios para adquirir una rutina de responsabilidad personal que luego será de gran ayuda cuando sigan estudios superiores en la universidad; para comprender el valor del esfuerzo personal.
Necesarios para aprender a distribuir el tiempo personal y avanzar en el estudio; para reforzar los contenidos desarrollados en el aula.
Cuando un niño (y, obvio, una niña) va bien en el cole, hace los deberes sin chistar, avanza en sus conocimientos, necesita poca o ninguna ayuda con los deberes, para qué negarlo… es una gozada, y uno se reafirma en que hacer los deberes ha colaborado en este proceso.
En contra de los deberes escolares
Quienes están en contra de los deberes de los niños esgrimen argumentos más bien basados en la experiencia o la práctica.
Que las familias se involucren en el aprendizaje de sus hijos se traduce, en la práctica, en que el adulto que ayuda con los deberes a sus hijos, muchas veces termina haciéndolos. Sobre todo en los primeros años de primaria estas situaciones generan ambientes de tensión, porque no todos los padres tienen dotes pedagógicas, y menos aún salen a relucir al final de un día laboral.
En los cursos superiores, y a medida que aumenta la complejidad de los conocimientos requeridos, los deberes escolares pueden convertirse en un elemento discriminador. Aquellos padres que tienen tiempo y conocimientos o pueden pagar un profesor, ayudan más y mejor a sus hijos que las familias que carecen de estos recursos.
Un último apunte sobre el tema
Alrededor de los tres primeros años de educación primaria, dicen los psicólogos, que el juego es una actividad imprescindible en el proceso de aprendizaje de un niño. Y precisamente los deberes escolares ocupan un tiempo, el único que tienen libre entre semana, que podría dedicarse a actividades lúdicas que aportan al crecimiento del niño igual o más que las académicas.
Igualmente, si se respetan los ritmos y necesidades, los niños aprenden siempre. Lo hacen en todos los contextos porque así están diseñados, no sólo en las situaciones estrictamente escolares.