¿Qué nos está pasando? Vivimos en la era de la información, tenemos acceso a un montón de documentación que nos permita adquirir cualquier conocimiento y más aún con la existencia de internet. Tenemos la ventaja y la suerte, de que en los ambulatorios siempre encontramos a profesionales dispuestos a informarnos sin juzgar.
Existen campañas de sensibilización acerca de los peligros de las infecciones de transmisión sexual. Desde las escuelas e institutos hay charlas avisando de lo que nos puede suceder si no tomamos precauciones, cosa que, no hace tantos años parecía “pecado”, pues era un tema tabú. Aún así, se desarrollan enfermedades de transmisión sexual (ETS) y, lo que es peor aún, aumenta el número de personas que las padecen.
¿Cuál es la razón por la que no se pone una barrera? La mayoría de las mujeres en la consulta explican que no utilizan preservativo porque la pareja parecía “muy limpia” o que “era de fiar”. También encontramos pretextos como: no utilizar preservativo porque la otra persona prefiere «sin» ya que es más placentero o que, tras dejarse llevar, olvidaron utilizarlo.
NO! No existe excusa para no utilizar protección en cada relación, ya sea preservativo masculino o femenino. Sólo podemos dejar de utilizarlos cuando ambos/as seáis una pareja cerrada, estable, os hayáis realizado las pruebas de ETS o en caso de que sea la primera relación sexual de las dos personas.
Cuáles son las enfermedades de transmisión sexual?
Existen algunas que detectamos a nivel sanguíneo y otras que detectamos a nivel vaginal. En este artículo nos centraremos en el último tipo y vamos a hacer referencia a las que mayor prevalencia tienen a nivel vaginal.
Calimidia
La clamidia, producida por una bacteria, es la ETS por excelencia por el aumento de casos diagnosticados en los últimos años, sobre todo en los jóvenes menores de 25 años. Si no es tratada a tiempo, puede causar enfermedad inflamatoria pélvica y dejar daños permanentes como dolor crónico en el bajo vientre e incluso esterilidad. Puede producir, también, infección vaginal faringea y rectal. Así que sí, tanto en el en el sexo oral como en el sexo rectal, hay que utilizar preservativo.
En las mujeres, los primeros síntomas de esta infección no son muy específicos. Principalmente se centra en un flujo vaginal anormal, dolor al orinar, dolor en la zona baja del abdomen, sangrados anormales o relaciones con penetración dolorosas. Para saber si tenemos la infección es necesario un cultivo endocervical, dentro del cuello del útero, aunque también podría analizarse en orina con una petición especial. El tratamiento para esta ETS se centra en los antibióticos.
Gonococia
La gonococia es una infección que se transmite tanto por contactos sexuales como al compartir juguetes sexuales. Tienen características en común con la clamidia. Las mujeres, pocas veces presentan algún signo o síntoma (los cuales son inespecíficos como en la clamidia). También se puede producir, además de la infección vaginal, la rectal y la faringea. La detección de esta bacteria se hace de la misma manera que la clamidia y su tratamiento, con antibiótico.
Tricomonas
A diferencia de las anteriores, las tricomonas son producida por la transmisión de un parásito. La infección se produce por el contacto directo en las relaciones sexuales o al compartir juguetes sexuales. No se transmite por mantener sexo anal u orales. Los síntomas vuelven a ser inespecíficos, flujo vaginal anormal, irritación y prurito en el área vulvar y vaginal o ardor al orinar. Para saber si estamos infectadas, hay que realizar un cultivo vaginal. Y el tratamiento vuelve a ser antibiótico y preferiblemente por vía oral.
Herpes
Este tipo de infección es crónica, una vez que estemos infectadas, siempre tendremos el virus, el cual puede brotar cada vez que tengamos una bajada de defensas.
Puede afectar a la zona de los genitales, del recto y el ano. La transmisión se produce durante las relaciones sexuales por contacto con las lesiones del herpes, pero también por contacto con la piel, las mucosas o las secreciones de la zona afectada.
El tipo 2 se transmite mediante el sexo vaginal o rectal, y el tipo 1 a través del sexo orogenital. Se manifiesta con lesiones dolorosas en los genitales, recto o ano. El diagnóstico se confirma mediante una muestra que se toma con un escobillón, aunque también, en algunas ocasiones concretas, se puede mirar mediante analitica de sangre. Como ya he dicho la infección es crónica, así que lo único que se puede hacer es el tratamiento cada vez que se produzca el brote.
HPV
El HPV es el virus del papiloma humano, sólo quiero citarlo, porque habrá un post específico para él, por su gran importancia en la sociedad. Se detecta mediante un determinado cultivo y existen diferentes tipos. Algunos son los causante del cáncer de cuello de útero y otros de los condilomas, verrugas genitales. Hay que aclarar que tener el virus no es sinónimo de cáncer, significa que si el cuerpo no es capaz de “desecharlo” con el tiempo (mucho tiempo) puede llegar a producirse. No tiene tratamiento más que la prevención, con el uso de preservativo y el control de las citologías.
En algunas ocasiones, cuando hacemos estas pruebas aparecen otros dos tipos de infecciones, cándidas y/o gardnerella. Estos tipos no son infecciones de transmisión sexual, son hongos y bacterias que se encuentran en nuestra vagina para protegernos, pero que a veces se multiplican más de lo que deberían y se vuelven en contra de nosotras. Tienen sus tratamientos específicos.
¿De verdad pensais que merece la pena pasar por alguna de ellas? ¿Nos queremos tan poco? Salimos a la calle a protestar por lo que hacen contra nuestro género, nos cuidamos entre nosotras (que no quiere decir que no esté de acuerdo) pero a nosotras mismas no nos cuidamos. No salimos en nuestra propia defensa gritando (o por lo menos diciendo) que si no se utiliza preservativo en la relación, no habrá relación.
Póntelo, pónselo y cuídate. Porque como tú sólo te tenemos a ti y te necesitamos.