Engordar

Aunque existen honrosas excepciones, engordar a medida que vamos ganando años, es una realidad para la mayoría de los mortales. Incluso en aquellos países donde la abundancia no está muy presente, por lo general, las personas engordan pasada una cierta edad.

¿Se trata de una epidemia? No. Diversos estudios científicos han comprobado que engordar con los años no es una epidemia, sino el resultado de factores genéticos, biológicos y culturales presente en los humanos y, eventualmente, en otros mamíferos.

Se ha demostrado científicamente que hay una programación genética detrás de esos kilos demás en la balanza. La actividad de los genes impulsa la hiperactividad de una enzima nombrada como DNA-PK, que promueve el aumento de peso y la pérdida de la capacidad del ejercicio después de los 30 años.

En general, alrededor de esta edad, las calorías que consumimos necesitan más tiempo y energía para ser procesadas. Esto es un hecho biológico difícil de modificar y se conoce como la alteración de la tasa metabólica.

Sin embargo, existen otros factores que interactúan con la alteración de la tasa metabólica, en los que sí podemos tener cierto control para no engordar.

Disminución de los niveles hormonales

La secreción de estrógeno, progesterona, andrógenos y la hormona del crecimiento comienza a disminuir de manera constante en torno a los 30 años.

Estas hormonas son esenciales para el mantenimiento de la masa muscular, y cuando caen sus niveles, nuestro cuerpo pierde músculo. Cuando la masa muscular disminuye, nuestro cuerpo quema menos grasas, y por tanto las acumula.

Es por ello, que para contrarrestar esta situación, hay que ponerse las pilas y aumentar la actividad física, adecuandola a nuestra edad y condición.

Hay que recordar que el ejercicio físico no se realiza, en este caso, para bajar de peso sino para mantener y, si acaso, ganar músculo. Y es que al aumentar masa muscular se pierde grasa, pero se gana peso en músculos.

De la misma manera, debemos controlar y, eventualmente bajo supervisión médica, restringir la ingesta de alimentos muy grasos, muy procesados y con azúcar.

Una buena costumbre a incorporar es comer despacio. La señal del estómago a la cabeza tarda en ser enviada de 10 a 15 minutos. Masticar consciente y relajadamente, da tiempo al cerebro a que se sienta lleno.

El estrés y el insomnio son motivo de engordar

Con la llegada de la edad adulta vamos también sumando responsabilidades familiares y laborales que pueden desembocar en un estilo de vida estresante.

La tensión y la ansiedad afectan a la capacidad del cuerpo para procesar adecuadamente nutrientes y alimentos. Además, pueden generar malos hábitos alimentarios como atracones o consumir sólo comida rápida por falta de tiempo en largas jornadas laborales.

La calidad del sueño o directamente su ausencia pueden verse afectadas por el estrés.Y una persona que duerme poco es más proclive a engordar.

Cierto es que dormir no ayuda a adelgazar, pero no dormir, sí que ayuda a engordar. Por ello, es fundamental recuperar cuanto antes la higiene del sueño estableciendo rutinas saludables al acostarse y levantarse, y dormir al menos 8 horas.

Sedentarismo, uno de los principales motivos de engordar

La cultura del sedentarismo está se ve favorecida tanto por las ocupaciones laborales, como por la industria del ocio sedentario.

Si a la ralentización de nuestro metabolismo le agregamos prácticas de ocio sedentario (ver la tele, juegos de ordenador, etc.) tenemos el cocktail perfecto para aumentar de peso. Es necesario recuperar el ejercicio físico en nuestra rutina para equilibrar nuestro metabolismo.

Con un poco de imaginación e interés, se puede incorporar la actividad física incluso en los trabajos más sedentarios.

Evitar que los kilos se cojan con más facilidad en lugares hasta ahora inesperados es posible modificando estos factores que afectan a nuestro estilo de vida.