Podemos hablar de fracaso escolar cuando un alumno no alcanza los objetivos académicos estipulados para su edad y nivel escolar. Ocurre cuando el niño escolarizado no alcanza el rendimiento mínimo exigido y por tanto obtiene malas notas de forma contínua (no eventualmente), o repite el curso académico.
El fracaso escolar no es un fatalidad y puede ser prevenido en edades tempranas y abordado en cualquier etapa en la que se presente. Para ello es fundamental el papel de la familia y su coordinación con el colegio y otras instituciones que, eventualmente, participen en el proceso.
Señales de alerta
Las malas calificaciones son la evidencia más clara de que algo no anda bien en el proceso de aprendizaje. Pero aún antes de que éstas hagan su aparición podemos estar atentos para vigilar algunas situaciones que podrían evolucionar hacia un fracaso escolar.
Problemas de salud
Infecciones bacterianas de repetición, como las otitis, pueden dejar secuelas aunque hayan sido tratadas con antibióticos.
La falta de energía, o la apatía pueden ser producto de una anemia, que se detecta con un simple análisis de sangre.
No pasemos por alto las revisiones pediátricas. En ellas se suelen detectar problemas de visión, audición o psicomotricidad.
Los pediatras son, además, quienes detectan con mayor antelación el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) que es uno de los factores que más peso tienen actualmente en el fracaso escolar.
Circunstancias familiares
La inestabilidad familiar afecta mucho a los niños y su rendimiento escolar. Ante una situación de divorcio, enfermedad o muerte de un familiar, la llegada de un hermanito, cambio de casa, de colegio o ciudad, o similares, tendremos que estar vigilantes y comunicativos con el niño para transmitirle seguridad.
Es aconsejable dialogar con el niño, anticipandole dentro de lo posible, los acontecimientos que van a suceder para que no le llegue todo por sorpresa.
Aislamiento escolar
Las circunstancias personales de un niño, como el exceso de peso, llevar gafas, brackets, o cualquier otro aspecto diferenciador del resto de sus compañeros puede desembocar en baja autoestima, rechazo o acoso, y retraimiento académico.
No entraremos aquí a valorar las indiscutibles bondades de la tolerancia porque no es el objetivo de este artículo. Pero debemos estar atentos al hecho de que si el niño no tiene un mejor amigo, o un grupo de amigos en el cole o no juega con nadie en el recreo es un síntoma de que algo pasa.
Si el niño tiene acceso a dispositivos electrónicos, es imprescindible controlar su actividad a través de una aplicación de control parental. El aislamiento escolar puede el síntoma de un ciberacoso. Esto es, una invasión repetida y sin consentimiento en la intimidad de la víctima, que se ejerce en el mundo virtual a través de las nuevas tecnologías y puede considerarse una forma de violencia.
Cinco sencillas medidas para prevenir el fracaso escolar
1. Alimentación y descanso
Al menos nueve horas continuadas de sueño nocturno son imprescindibles para mantener un ritmo de concentración durante las horas de clase. Se aconseja además restringir el uso de pantallas digitales antes de ir a la cama, pues a luz azul que proyectan es altamente energética y puede ser dañina para el ojo produciendo fatiga visual. Ante la luminosidad azul, el cerebro no desconecta del todo, pues entiende que debe permanecer despierto.
Un buen desayuno es necesario para activar el cerebro luego del descanso nocturno.Y dormir pequeñas siestas nunca está demás.
2. Evitar la sobre estimulación
El aprendizaje requiere concentración y para ello es necesario un ambiente reposado. Es aconsejable privilegiar los juegos manuales y la lectura de libros en vez de pantallas (TV, tablets, móvil).
Los principales efectos de la sobre estimulación que provocan los dispositivos electrónicos son la impaciencia, la impulsividad, además de la fatiga visual y en algunos casos, migraña. Además de que los niños asumen que es la única ventana interesante por donde asomarse al mundo.
3. Atenciones a diario y refuerzo positivo
Prestar atención al bienestar del niño reditúa en su mejor rendimiento escolar. Como padres podemos enseñarle estrategias y métodos de estudio para entender y retener los conocimientos aprendidos.
Aporta al bienestar del niño compartir, a diario, un tiempo de lectura, una actividad manual o física, o bien, conversando distendidamente sobre su día en el cole.
Corregir conductas no deseadas exclusivamente a través del castigo, sea cual fuere, no mejora su autoestima y muchas veces es contraproducente. Mejores resultados se consiguen reconociendo sus logros (aunque sean insignificantes), encontrando un motivo para felicitarle por algo bien hecho y orientándole para que integre el error en el proceso de aprendizaje hacia lo correcto.
4. Valorar la educación primaria
Los problemas de estudio en la educación secundaria provienen de problemas no resueltos en primaria. Nos equivocamos al pensar que un rendimiento escolar bajo no es importante cuando los niños tienen menos de 10 años. Una vez que estén en la Secundaria, y con las hormonas revolucionadas, es más difícil generar buenos hábitos de estudio y que puedan compensar los déficits que arrastran de la primaria.
La evolución del fracaso escolar no abordado es la que termina con el abandono escolar. Sus primeras señales hay que atenderlas desde las primeras etapas educativas, ya que la decisión de abandonar la enseñanza reglada se suele tomar durante la adolescencia. Es vital, pues, tanto prevenir el fracaso escolar, cómo abordar sus primeras señales.
5. Identificar problemas de forma temprana
Si bien las revisiones pediátricas son muy importantes, podemos también considerar acudir a gabinetes pediátricos multidisciplinarios para una evaluación integral al inicio de la educación primaria.
El tratamiento temprano de los trastornos del aprendizaje, retraso de maduración, dificultades en la motricidad fina o problemas visuales no convencionales ayudarán a evitar que el niño arrastre dificultades en su vida escolar. La detección precoz de un alto cociente intelectual es también de gran importancia para evitar el fracaso escolar.
El inicio de la educación primaria es una etapa ideal para corregir o redirigir problemas del aprendizaje pues el niño ya ha adquirido cierta maduración cerebral y tiene aún una gran plasticidad neuronal.