El cerebro es uno de los órganos más delicados del cuerpo humano. Para funcionar correctamente, requiere de un proceso de oxigenación natural que se lleva a cabo a través del flujo sanguíneo.
No obstante, cuando se forman coágulos de sangre, alguno de ellos puede impedir la circulación regular. Este es el origen del ictus cerebral, también conocido como Accidente Cerebrovascular (ACV).
El mayor riesgo de este padecimiento es que las células cerebrales comienzan a morir de forma progresiva. Por lo tanto, representa un problema grave para el afectado. A pesar de que hay diferentes métodos para tratar esta anomalía, una evaluación tardía del caso podría causar una discapacidad total o parcial.
Por ello, es fundamental acudir inmediatamente a un especialista. Así mismo, es de gran importancia conocer cuáles son las causas principales del ictus cerebral y su sintomatología. Principalmente, para disminuir los factores de riesgo y ser capaz de reconocerlo a tiempo.
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Tipos de ictus cerebral
Estas lesiones se clasifican en tres tipos. El más común de todos es el Accidente cerebrovascular isquémico. Este ocurre cuando un coágulo obstruye el paso de la sangre e interrumpe el proceso de oxigenación en el cerebro.
Por su parte, el Accidente cerebrovascular hemorrágico se produce en el momento que se rompe algún vaso sanguíneo. En ocasiones, tiende a causar aneurismas y otros problemas cerebrales. Por último, el Ataque isquémico transitorio (AIT) se origina cuando la circulación de sangre en el cerebro se vuelve irregular.
Cabe destacar que el AIT suele durar poco y el afectado puede sentirse mucho mejor después de unas horas. No obstante, es necesario estar atento a esta situación, pues podría repetirse en el futuro y causar daños irremediables.
Factores de riesgo
Son muchos los elementos que aumentan la posibilidad de sufrir un ictus cerebral. Entre ellos, destacan los siguientes:
- Presión arterial alta
- Diabetes
- Antecedentes familiares de ACV
- Enfermedades cardíacas
- Obesidad
Si bien es cierto que las personas mayores de 55 años son más propensas a sufrir un accidente cerebrovascular, también puede afectar a aquellos con un estilo de vida sedentario. Así mismo, a personas con malos hábitos alimenticios y cuyos niveles de colesterol y triglicéridos sean elevados.
Otros elementos que aumentan las posibilidades de padecer esta enfermedad son el consumo de grasas y de alcohol en exceso. El tabaquismo también podría desencadenar un ictus cerebral.
Síntomas de un ictus cerebral
Los indicadores que permiten reconocer los accidentes cerebrovasculares suelen ser variados. Por lo general, incluyen la incapacidad de mover los brazos y las piernas; así como la dificultad para hablar y un entumecimiento o presión en la cara.
De igual forma, las personas pueden tener síntomas tales como:
- Depresión
- Incontinencia urinaria
- Parálisis en el cuerpo
- Debilidad
- Aumento de la temperatura corporal
También se manifiesta a través de un fuerte dolor de cabeza, náuseas, vómitos, confusión y pérdida momentánea de la vista en uno o ambos ojos. Incluso, hay quienes presentan mareos y desmayos.
Tratamiento de un ictus cerebral
La determinación de un tratamiento adecuado requiere de una evaluación médica. En primera instancia, el especialista indicará cuáles son los exámenes apropiados para realizar un diagnóstico acertado. Entre ellos, se suelen incluir pruebas de imágenes como:
- Tomografías computarizadas
- Angiografías cerebrales
- Resonancias magnéticas
- Ecocardiografías
Así mismo, los análisis de sangre y la exploración física son necesarios para complementar cualquiera de estos estudios. Estas pruebas son de gran utilidad para saber si existen otras irregularidades que hayan tenido influencia en la ocurrencia del ictus cerebral.
Una vez realizados los exámenes, el médico aplicará el tratamiento correspondiente al tipo de ictus cerebral detectado. Este tratamiento varía de acuerdo con el estado del afectado y el grado de sus complicaciones. No obstante, los más comunes son:
- Medicamentos vía intravenosa
- Procedimientos endovasculares
- Angioplastia
- Medicación directa en el cerebro
Operaciones y otros métodos
Los procedimientos quirúrgicos suelen ser una solución para muchas personas. De esta manera, si el ictus cerebral es de tipo isquémico, el médico podría sugerir la extracción del coágulo mediante el uso de un recuperador de estent. Este dispositivo funciona conectado a un catéter. Su función es remover grandes coágulos de sangre de manera efectiva.
Adicionalmente, la endarterectomía carotídea es una opción recomendada si es necesario eliminar placas formadas en alguna de las arterias carótidas. Aunque se trata de un proceso muy delicado, es realmente útil para muchos pacientes que no han tenido éxito con otros tratamientos para el ictus cerebral.
Por otra parte, hay quienes se someten a una radiocirugía estereotáctica. Esta repara los daños producidos en los vasos sanguíneos con el paso del tiempo. Su principal ventaja es que no tiene efectos negativos en la salud.
En el caso de los tratamientos especiales para evitar la formación de nuevos coágulos sanguíneos en el cerebro, se consideran medicamentos complementarios. El objetivo de estos fármacos es disminuir el riesgo de convulsiones y de alteraciones en la presión intracraneal.
Recomendaciones para prevenir el ictus
Los accidentes cerebrovasculares pueden evitarse si se tienen en cuenta simples recomendaciones:
- Reducir la ingesta de alcohol
- No fumar
- Hacer ejercicios
Los especialistas también sugieren tener una dieta balanceada en la que se incluyan distintos alimentos. Entre ellos, frutas y verduras. Además, se deben evitar las grasas saturadas. Así mismo, los afectados que suelen consumir carnes rojas varias veces a la semana, tendrían que ingerirla tan solo una o dos veces. Esto, con la finalidad de disminuir el riesgo de reincidencia.
Los granos enteros, legumbres, vegetales, las semillas y nueces aportan muchos beneficios. Por ello, es una buena idea incluirlos en la preparación de las comidas. Entre tanto, es fundamental tomar ocho vasos de agua al día para mantenerse hidratada. Ello ayudará a prevenir un ACV y a mejorar la salud en general.
Finalmente, un chequeo anual podría hacer la diferencia, pues permite saber si se es más propensa a sufrir un ictus cerebral. De ser así, un buen especialista podrá comenzar a evaluarte para determinar las medidas de prevención adaptadas a tu caso.