Impacto de la huella Ecológica

Un nuevo informe de la ONU alerta de que nuestra actual dieta basada, en su mayoría, en el consumo de carne podría acelerar el cambio climático. Puede parecerte absurdo, incluso algo alarmista, pero la huella ecológica derivada de comer productos cárnicos es mucho mayor que la de ingerir verduras, legumbres o frutas.

Esta cuestión encuentra su explicación en la ganadería intensiva, que explota recursos naturales a un ritmo insostenible para nuestro planeta. ¿Sabías, por ejemplo, cuánta agua se necesita para producir un kilo de carne?

La huella hídrica de producir carne oscila entre los 4.300 litros necesarios para producir un kilo de pollo y los 15.000 litros necesarios para la misma cantidad de ternera, según establece la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).

No obstante, el agua no es el único recurso que demuestra que la huella ecológica de la carne está afectando seriamente a nuestro planeta, pues el uso intensivo del suelo o la deforestación —efectos de la explotación ganadera sin control— también afirman que si reducimos considerablemente el consumo de carne, las emisiones de CO2 a la atmósfera responsable del calentamiento global se verían drásticamente reducidas.

Habitualmente, se habla del transporte, la industria o el sector energético como los máximos responsables de las emisiones de CO2 y, por consiguiente, del cambio climático. Sin embargo, la alimentación también tiene mucho peso en esta crisis ambiental.

Además del consumo de carne, según la ONU se desperdicia entre el 25% y 30% de los alimentos que se producen, este dato sumado a actividades como agricultura, silvicultura y uso de la tierra en general supone un 37% de emisiones de GEI (Gases Efecto Invernadero) a la atmósfera provenientes de forma directa o indirectamente de la alimentación.

¿Conoces tu huella ecológica?

Antes de continuar, cabe recordar qué es exactamente la huella ecológica. Cuando hablamos de huella ecológica nos referimos al indicador que muestra el área productiva de Tierra que necesita una persona para desarrollar su vida teniendo en cuenta la utilización de recursos del entorno así como la posterior absorción de los desechos que esto genera. En otras palabras, determina la extensión de Tierra empleada para llevar a cabo nuestra vida. ¿Sabes cuántos planetas necesitas para mantener tu modo de vida?

En Global Footprint Network —organización independiente que se encarga de analizar el impacto humano en el medio— podrás calcularlo en base a unos parámetros determinados como las veces que utilizas coche a la semana, los materiales con los que están construida tu vivienda, los recursos hídricos que empleas o la basura que generas, por ejemplo.

En la actualidad, según establece Global Footprint Network, necesitamos 1,75 planetas para satisfacer nuestras necesidades. No obstante, esta cifra varía según el lugar de la Tierra donde habitemos. Así, EEUU precisan 5 globos terráqueos para mantener su modelo de vida, ¡un dato insostenible!

El pasado mes de julio esta misma organización anunciaba que en tan solo siete meses hemos gastado todos los recursos naturales de la Tierra disponibles para este año. Esto significa que a partir de este momento estamos en deuda con el planeta ya que todo lo que gastemos será a costa de la salud del planeta. Consumiremos más recursos de lo que nos pertenece y generaremos residuos imposibles de absorber lo que se traducirá en mayores emisiones de CO2

¿Cómo reducir tu huella ecológica?

Consumir Productos de Cercanía

Reducir nuestro impacto en el entorno pasa por tener en cuenta la huella ecológica de los alimentos que consumimos. Esto no quiere decir que tengamos que dejar de consumir carne para contribuir a un medioambiente sostenible pues aquí entra en juego la compra de productos de kilómetro cero, por ejemplo.

No tendría sentido comer una papaya que ha recorrido miles de kilómetros en lugar de un filete de ternera producido en nuestro propio país. Sin embargo, si dejamos de lado esta cuestión, llevar una dieta vegetariana —de productos locales, evidentemente— emite mucho menos CO2 que un bistec.

Además de prestar atención a nuestra dieta y más aún después de conocer los últimos datos que arroja el informe de la ONU sobre la necesidad de cambiar nuestra alimentación, existen otras formas de reducir nuestra huella ecológica.

Así, podemos minimizar nuestro consumo de energía y optar por fuentes renovables como única opción. Por otro lado, la regla de las 3Rs es nuestra mejor aliada en la lucha contra el cambio climático. Reducir, reutilizar y reciclar los productos que utilizamos diariamente puede ser una buena forma de colaborar con el desarrollo sostenible del medioambiente.

Compartir transporte, consumir productos elaborados en nuestro entorno cercano así como comprar sólo productos de temporada y decir adiós de forma definitiva al plástico también son acciones esenciales que ayudarán a cuidar el planeta.