El cuento del principito desde siempre ha sido considerado uno de los mejores ejemplos para que los niños comiencen a dar valor a las cosas realmente importantes en la vida así como para entender y formar sus propios valores. Haciendo un pequeño resumen del principito podemos entresacar algunos ideas muy interesantes en nuestras vidas, independientemente de la edad que tengamos o lo antiguo que sea el cuento.
1 Amar implica un constante aprendizaje
Desde que nacemos, nuestra vida entera es un constante devenir en el aprendizaje de relacionarnos con otras personas. El amor filial, la amistad y las relaciones de pareja nos enseñan valiosas lecciones sobre este sentimiento, a veces tan contradictorio.
El principito y la rosa nos muestran de una forma muy pura como se inicia la relación que se desarrolla desde perspectivas y necesidades diferentes y hasta egoístas: él desde la curiosidad ingenua y ella desde la manipulación.
Solo cuando ambos conocen verdaderamente las expectativas que tienen sobre el otro, a través de un contacto emocional abierto y sano, son capaces de mirarse a sí mismos y crecer individualmente valorar el sentimiento que les une y aceptar al otro.
2 Vivir el presente, darse nuevas oportunidades
En un mundo tan pesimista, muchas personas no se dan cuenta que tener sueños es un gran privilegio. Y es por ello que ante la primera derrota tiran la toalla para el resto de sus vidas, desperdiciando la oportunidad de aprender la lección, por dura que fuera, para volver a intentarlo.
El Principito nos enseña que hay que darse nuevas oportunidades, evitando que el pasado anule nuestra esperanza en el futuro. No hay porqué ceder el control de nuestra vida a la rosa que alguna vez nos pinchó con su espina.
3 El apego a lo material no se lleva bien con el amor
“… solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”. Esta es quizás la frase más popular del libro del Principito y no puede ser más explícita: todo lo que realmente importa en nuestra vida es inmaterial, empezando por nuestra propia vida.
Pero cuando nos sumergimos gustosamente en un entorno superficial y materialista, se hace difícil ver lo esencial. Hasta que, tarde o temprano, se presenta una situación límite que nos lo muestra.
Cuando nos permitimos escuchar a nuestro corazón y valorar nuestros sentimientos es cuando tomamos las decisiones más acertadas, por difíciles que sean. Pero es que, si no escuchamos esa vocecita, con el tiempo ese murmullo se convertirá en gritos que amargan la vida, convirtiéndonos en personas infelices.
4 El amor sin libertad no prospera
“Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Para mí, tú serás único en el mundo. Para ti, yo seré único en el mundo».
La posesión y el control son enemigos del amor. En una relación emocionalmente sana no se imponen condiciones, ni se genera miedo, no se hacen chantajes o se manipula para que el otro actúe por sentimiento de culpa.
Puede ser que una relación sin libertad prospere durante algún tiempo, incluso durante toda una vida, pero a costa de la desdicha de una o ambas partes y que esto afecte a terceros inocentes, como los hijos.
La elección de estar y permanecer en una relación amorosa debería ser tomada desde la libertad, porque de ella nace el amor maduro y fuerte, y en libertad es donde mejor se manifiesta.
5 No existe un “tipo de persona”
“No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo».
Hay quienes se relacionan una y otra vez con personas con las mismas características aduciendo que ese es “su tipo de mujer u hombre”. De esta forma se cierran a considerar otras posibilidades, perdiéndose la oportunidad de encontrar el amor de su vida.
El Principito nos enseña que cada persona es diferente, pero, sobre todo, lo que la hace especial es nuestra mirada personal. El amor nace si se le permite, por lo que, a veces, la persona indicada ha estado cerca de ti toda la vida.