Simone de Beauvoir (Francia 1908-1986) fue una escritora, profesora y filósofa francesa feminista. Nació en París en el seno de una familia burguesa de estricta moral cristiana de la que luego renegó declarándose atea.
Desde muy pequeña Simone destacó en los estudios por su inteligencia, al punto que su padre se lamentaba de que no fuera niño (“tienes cerebro de hombre”, le decía). Estaba siendo educada para ser una esposa modélica, pero un giro del destino hizo que su padre perdiera su fortuna y que a modo de dote le permitiera estudiar en la universidad.
Su vida rompió paradigmas
Simone de Beauvoir conoció al filósofo Jean Paul Sartre en la Universidad de la Sorbona. Con él compartió el resto de su vida, aunque no se casaron ni vivieron juntos. Se negaron a tener hijos pues ella veía la maternidad como un proceso mecánico, no trascendente ni creativo.
Su relación rompió paradigmas al mantener una relación abierta en la que se permitieron intimar con terceras personas, desafiando así al modelo de familia de la tradición burguesa.
Ambos se dedicaron a la filosofía, la literatura y el activismo político convirtiéndose en figuras polémicas para la sociedad de su época.
Simone de Beauvoir era feminista sin saberlo
La obra de Simone de Beauvoir surgió en un momento en el que mundo occidental experimentaba una gran sacudida política, social e ideológica que ponía en entredicho sus cimientos más ortodoxos.
Aun habiendo obtenido el derecho al voto femenino en la mayoría de los países occidentales, a mediados del siglo XX, una parte de la sociedad continuaba percibiendo la dominación masculina sobre las mujeres en muchos aspectos de la vida. Por un lado, los varones ejercían la ciudadanía pública y, por otro, las mujeres regentaban en el mundo privado el ámbito de las necesidades, afectos y deseos.
Simone de Beauvoir reconoce esta fragmentación radical de la experiencia humana, en detrimento de la mujeres. En su obra “El segundo sexo” (1949) reclama para ellas, primero, la autonomía de su cuerpo y después, la libertad de pensamiento.
Esta obra, con 70 años a sus espaldas, es una meditación sistemática sobre significados sociales para los que aún ni siquiera existían palabras en 1949.
¿Cuál es la naturaleza de la feminidad?
No se nace mujer, sino que se llega a serlo, afirmaba Simone de Beauvoir. En ese sentido, señala que no existe una condición genética que determine el devenir histórico de las mujeres, sino que la feminidad es una construcción cultural que se ha pretendido naturalizar a través del dominio masculino en las sociedades.
La conclusión que extrae de esto es que lo femenino es, en sí mismo, algo que ha sido diseñado y definido por el hombre e impuesto sobre las mujeres. Y por ello, la principal tarea de la mujer es reconquistar su propia identidad específica, desde sus propios criterios, más allá su relación con un varón como madre, esposa, hija o hermana.
La mujer como objeto
Esta genial filósofa observa que tanto la historia como el universo femenino había sido definido, abordado, estudiado y descrito por hombres. Teólogos, médicos, legisladores, poetas, etc., habían descrito cómo son las mujeres y prescrito cómo deberían ser. Y como objeto de estudio, las mujeres habían estado excluidas de crear nuevos saberes.
Simone de Beauvoir cree que esto es así porque la construcción cultural de la feminidad ha definido a la mujer como un ser periférico e inferior al que hay que cuidar, proteger y, sobre todo, dominar. La definición del heteropatriarcado ya asoma claramente en su obra.
La diferencia entre hombres y mujeres no es natural sino accidental
Con este postulado de Simone de Beauvoir nace la idea de género como categoría analítica. Desde entonces la famosa distinción sexo/género representará esa dicotomía entre el determinismo biológico y la construcción de lo femenino como un hecho cultural.
Esta gran filósofa fue así capaz de un atrevimiento audaz y genial: reclamar para las mujeres las capacidades que le habían sido negadas históricamente por imposición de una tradición a adoptar roles considerados socialmente inferiores.
El pensamiento de Simone Beauvoir sigue siendo revolucionario y sus reflexiones sobre la dignidad humana, la creatividad y la autonomía de la mujer siguen considerándose hoy una auténtica mina para el feminismo.