Las 3 joyas de Uzbekistán: la Ruta de la Seda a través de Samarcanda, Bujara y Jiva

Si Uzbekistán fuera un color sería el azul, como los minaretes, cúpulas y las fachadas de sus mezquitas y madrasas. Viajar a este país es sumergirse en la célebre Ruta de la Seda, mientras descubres algunas de sus paradas obligatorias: Samarcanda, Bujara y Jiva.

La Ruta de la Seda fue una red comercial que conectaba Oriente con Occidente. Desde el siglo I a. C., caravanas de mercaderes transportaban no solo seda, sino todo tipo de productos desde China hasta la actual Estambul. Uzbekistán se convirtió, así, en lugar de paso y sus ciudades en testigos de ese intercambio comercial y cultural.

Samarcanda, Bujara y Jiva fueron algunos de esos puntos de encuentro. Con la expansión del Islam en Asia Central, las mezquitas y madrasas o escuelas islámicas se encargaron de embellecer esas ciudades. Viajar a Uzbekistán es descubrir un destino con su esencia intacta, de esos que pocos quedan ya. ¡Las Mil y una Noches te esperan en Samarcanda Bujara y Jiva! Descubre qué es lo que las hace tan especiales.

Samarcanda: la joya de la corona

Samarcanda es, de lejos, la ciudad más conocida de Uzbekistán y muy probablemente de la región de Asia Central. No obstante, no me atrevería a decir que es la más bella de sus hermanas uzbecas. Su principal atractivo es la famosa Plaza de Registán, un enorme espacio dominado por tres madrasas, a cuál más impresionante: Madrasa Ulugbek, Madrasa Sher Dhor y Madrasa Tilla Kari. Cada noche, la plaza ofrece un espectáculo de luces y música que merece mucho la pena.

El azul es la nota predominante en la arquitectura islámica de Uzbekistán, pero especialmente en el increíble Shah-I-Zinda, que puede traducirse como Avenida de los Mausoleos. Como su nombre indica, se trata de un lugar donde se hallan diferentes tumbas de importantes personalidades. Entre ellas, está la tumba del primo de Mahoma. No aquí, pero también en Samarcanda, tendrás la posibilidad de visitar la que, según se dice, es la tumba del Profeta Daniel. Te sorprenderá la longitud del sarcófago (18 metros), pues, según se cuenta, los restos del profeta continúan creciendo.

Pasear por la Avenida Tashkent implica ir topándose con diferentes puntos de interés, como la Mezquita de Bibi-Janym o el Bazar Siob, de ambiente frenético e ideal para comprar souvenirs.
Mezquita de Bibi-Janym

Bujara: la ciudad de los bazares

En Bujara se localiza la Madrasa Ulugbek, considerada la más antigua de Asia Central, denominada así, al igual que la de Samarcanda, en honor al destacado astrónomo homónimo. Pero quizás lo que más llame la atención sea la Plaza Kalon, donde se erige el minarete del mismo nombre. De enormes dimensiones, se dice que su inmensidad impresionó al mismísimo Gengis Kan. Tanto es así que, a pesar de su espíritu destructor, decidió mantenerlo en pie. Unas de las mejores vistas de este lugar las regala la terraza del cercano restaurante Chasmai-Mirob.

Tampoco pasan desapercibidos los bazares con cubierta cupulada de Bujara, donde apetece refugiarse durante el viaje a Uzbekistán entre alfombras, sombreros uzbekos y artículos varios, especialmente durante los asfixiantes meses de verano.

Imperdible es, asimismo, la plaza Lyabi-Hauz, centro de Bujara e inicio de todos los recorridos por la ciudad. Junto al estanque se yerguen diferentes madrasas y restaurantes para sentarse a hacer un alto en el camino. Muy pintoresca es la madrasa Char Minor, con sus cuatro minaretes azules.
Plaza Lyabi-Hauz

Jiva: un oasis en medio del desierto

Por último, llegamos a Jiva, una ciudad que parece detenida en el tiempo. Se sitúa en el desierto del Jorezm, bastante apartada de las anteriores. No obstante, atravesar casi todo Uzbekistán para llegar hasta ella recompensa con creces. En Jiva, el azul rivaliza con el marrón, el color del desierto y de sus edificaciones. Se trata de una ciudad atípica y su centro histórico es más bien un museo al aire libre. Por ello, quizás, es la favorita de muchos viajeros, ya que no tiene nada que ver con Bujara y Samarcanda.
Jiva
Lo cierto es que cualquier rincón del centro de la ciudad es digno de fotografiar, pero si hubiera que hacer una selección de los sitios más espectaculares, no podría faltar el espléndido minarete Kalta Minor, imposible de obviar; el Palacio Tosh Hovli, con sus columnas de madera tallada; o el minarete de Islam Khodja, cuya cumbre es accesible.
Dormir en una Yurta
Además, si en tu viaje a Uzbekistán y travesía por la Ruta de la Seda te apetece probar la experiencia de dormir en una yurta (una vivienda tradicional empleada por los nómadas de Asia Central), ¡en los alrededores de Jiva es tu oportunidad!