El Estrés Hídrico y el desarrollo

La continua explotación de los recursos planetarios y, especialmente, del agua, ha dado lugar a lo que hoy se denomina como estrés hídrico. El crecimiento de la población y el desarrollo socioeconómico de los países ha provocado un deterioro de la calidad y la cantidad del agua disponible para el consumo humano.

Según datos de AQUASTAT —Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura—, la agricultura es el mayor consumidor de agua (68%), la industria supone un 19% del consumo hídrico y los hogares el 12%.

En España, el consumo en litros al día por persona es de 142 según establece la Fundación Aquae, la cual tiene en cuenta el uso directo de agua, pero si tenemos en cuenta la huella hídrica —cantidad empleada para producir bienes y servicios— ocupamos el puesto número ocho con 6.700 litros diarios por habitante.

La disponibilidad del agua dulce cada vez es menor en todo el mundo provocando incluso guerras por el acceso a esta y así lo asegura el último Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2019 ‘No dejar atrás’: “el creciente estrés hídrico indica un uso sustancial de los recursos hídricos, con mayores impactos en la sostenibilidad de estos y un creciente potencial de conflictos entre los usuarios”. No olvidemos que más de 2.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable en nuestro planeta.

¿Qué es el estrés hídrico?

Desde el inicio de este post estamos hablando de estrés hídrico como una consecuencia del consumo descontrolado del agua pero, ¿qué es realmente?

Hablamos de estrés hídrico cuando la demanda de agua supera la cantidad disponible ya sea durante un periodo de tiempo determinado o de forma permanente. También se relaciona el estrés hídrico con la mala calidad del agua que limita su uso.

Así, el estrés hídrico es ese fenómeno que restringe el acceso al agua ya sea por la cantidad, que no existen tantos recursos como se demanda, o por la calidad de la misma.

Es probable que hayas oído hablar del denominado ‘Día Cero’ relacionado con el fenómeno del estrés hídrico. Se le conoce así al día en que el estrés hídrico de una región sea tal que deje sin agua a la población, que al abrir el grifo no caiga ni una gota porque será cero la cantidad disponible.

Causas del estrés hídrico

El estrés hídrico es un efecto del cambio climático. La escasez de lluvias y el aumento de las temperaturas inciden en la falta de agua, no obstante, la pérdida de cantidad de este recurso también puede deberse a malas prácticas que terminan en un despilfarro de agua ilógico.

Ya hemos mencionado antes que el fenómeno del estrés hídrico tiene su origen en la sobreexplotación de agua a lo largo de los años. A mayor número de habitantes, mayor demanda de agua. No obstante, pese a que el aumento poblacional tiene parte de responsabilidad, el mayor consumidor de agua mundial es la agricultura y ya hemos hablado en alguna ocasión del desperdicio de alimentos producidos.

Así, del consumo total de agua, estamos destinando la mayor parte a la agricultura y, por ende, a la producción de alimentos. Alimentos que se acaban malgastando, ¿te parece lógico?

Al final, los agentes desencadenantes de la falta de agua pueden resumirse en tres: contaminación, sequía y uso irresponsable.

Consecuencias del estrés hídrico

Según la ONU, la escasez del recurso hídrico puede provocar enfermedades como el cólera, diarrea o poliomielitis por consumir agua contaminada, tanto es así que su contaminación puede provocar 502.000 muertes al año por diarrea.

La falta de agua también afectará a la agricultura, ganadería e industria reduciendo la producción de alimentos y, por tanto, causando hambre. Asimismo, la insuficiencia de este recurso motivará la desaparición de especies vegetales.

Y como hemos dicho antes, la dificultad de acceso al agua así como su mengua, son los detonantes de confrontaciones entre regiones lo que puede provocar que escalen a conflictos más severos.

Ranking de países en estrés hídrico

Según el Instituto de Recursos Mundiales —World Resources Institute, en inglés— y su último informe sobre estrés hídrico publicado el pasado agosto alerta de que una cuarta parte de la población mundial, repartida en 17 países, se enfrentan a situaciones de estrés hídrico extremo, lo que significa que no existiría agua dulce suficiente para abastecer la demanda.

El ranking está liderado por Qatar y seguido por Israel y Líbano. Otros países que también se enfrentan a serias dificultades para abastecer la demanda de agua y que podrían acercarse al ‘Día Cero’ son: Irán, Jordania, Kuwait, Libia, San Marino, India, Botswana, Pakistán o Eritrea.

España ocupa la posición número 28 con una utilización del recurso hídrico entre el 40% y el 80% al año. Sin embargo, la cuenca del Segura podría entrar en la categoría de riesgo extremo con el consumo anual del 100% de agua.

Un dato que resulta curioso es Andorra, país que ocupa el puesto 21 o Bélgica en el lugar 23.

Como siempre, las poblaciones con menores recursos y en severa pobreza son las más vulnerables frente al fenómeno de estrés hídrico. Según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2019 ‘No dejar atrás’, “la región árabe es la de mayor escasez hídrica en el mundo” y el “el desafío de garantizar el acceso a los servicios de agua para todas las personas en condiciones de escasez de agua se ve agravado en situaciones de conflicto donde la infraestructura hídrica ha sido dañada, destruida y objetivo de destrucción”.

¿Qué puedes hacer tú para no malgastar un recurso tan preciado como el hídrico

El agua es un elemento esencial para el desarrollo de la vida. No podemos imaginar nuestra vida sin este recurso. Por ello, la ONU, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el número 6 sobre agua y saneamiento establece como una de las metas a alcanzar en 2030 “lograr el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos”, ¿permitirá el estrés hídrico alcanzar este objetivo en los próximos años?

Sabemos que los actores mundiales son los que tienen que desarrollar y endurecer su postura en cuanto a las medidas necesarias para un mayor aprovechamiento del agua que permita el acceso a todos los habitantes del planeta, sin embargo, nosotros podemos emprender algunas prácticas que garanticen la calidad y cantidad suficiente de este recurso para las generaciones venideras.

Así, podemos minimizar su uso cotidiano siempre que sea posible atendiendo a cuestiones básicas y al sentido común. No te hablaremos de las medidas básicas como cerrar el grifo mientras te lavas los dientes o aprovechar las lavadoras y cargarlas bien de ropa, porque son cuestiones que todos conocemos de sobra. Te hablaremos de la reutilización, por ejemplo, del agua gris.

Se denomina agua gris al agua procedente de actividades meramente cotidianas como ducharse, lavar los platos o poner la colada. Habitualmente damos un único uso al recurso hídrico empleado en estas tareas pero puede tener más. Podemos almacenarla para después rellenar la cisterna del WC, lavar el coche o regar las plantas.

Hoy más que nunca debemos ser conscientes de la escasez del agua, en unas regiones del mundo más que en otras pero todos debemos contribuir a su conservación pues sin agua la vida podría complicarse.