Y es que la autoestima de los niños se presenta como un concepto complejo, y, sin embargo, es muy sencillo de reconocer cuándo está ausente.
Por un lado, nuestro hijos tienen un pensamiento sobre sí mismos, lo que se conoce como autoconcepto. En los niños muy pequeños el autoconcepto está presente de forma incipiente y se construye a través del trato de sus progenitores.
Por otro lado, la autoestima de los niños también se construye con la autoimagen, que es la percepción física de ellos mismos, desde un punto de vista totalmente subjetivo, independiente de la realidad.
El autoconcepto y la autoimagen fortalecen la propia identidad y determinan en gran parte la autoestima de los niños. Pero, además incluye la relación que los niños tienen con su mundo más inmediato (padres, profesores, amigos) y con las experiencias vividas en ese entorno (familia, colegio, etc.).
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El super poder de la autoestima en los niños
Una buena autoestima hace que nuestros hijos se sientan competentes, seguros y valiosos. En términos de superhéroes (que tanto gustan hoy en día), la autoestima es un escudo y al mismo tiempo un poder.
La autoestima en niños es un poder porque permite a los peques desarrollar una inteligencia emocional completa. Esto implica, conocerse mejor, aprender a quererse, ser personas seguras de sí mismas que creen sus propias habilidades.
Pero al mismo tiempo, la autoestima de los niños es un escudo que les protege de la manipulación de los demás, porque están dispuestos a defender sus principios y valores.
Cuando este superpoder está en horas bajas vemos que nuestro niño se siente inferior frente a otras personas y se comporta de una forma muy tímida, más crítica y con nula creatividad.
Fomentar la autoestima con ingenio
Muchos expertos aseguran que la autoestima en los niños es adquirida, pues es fruto de todas sus experiencias y la interacción con los demás.
Por ello, el primer paso para fomentarlo es ayudarles a gestionar bien sus emociones y que sean rehenes de la impulsividad del momento.
Fomentar la autoestima mediante juegos
Existen infinidad de juegos para fomentar la autoestima de los niños, pero a continuación mencionamos dos que nos parecen ingeniosos.
El Reparto de estrellas es un juego recomendado para niños en torno de los 5 años. Se juega en grupo (mínimo de 3) y consiste sentarse en el suelo formando un círculo. Cada participante dice algo positivo a cada uno de los participantes a la vez que les otorgamos una estrella de papel o una pegatina. Todos deben acabar con el mismo número de ellas. Lo fundamental es reflexionar sobre lo que se dice a los demás, lo que nos dicen y lo que sentimos. Al finalizar es importante que preguntemos a cada participante qué es lo que más les ha gustado, lo que menos y cómo se han sentido a lo largo de la actividad.
El dominó de los sentimientos es un dominó especial donde en cada ficha tenemos: en la parte derecha el nombre de una emoción y en la parte izquierda una situación que puede provocar otra emoción. Vamos formando la cadena de fichas, uniendo cada situación de una ficha a la emoción que creemos que produce esa situación (que se encuentra en otra ficha).
Contar cuentos
La simple lectura de un cuento ya es suficiente para alimentar la autoestima de un niño compartiendo un amoroso momento dedicado para él. Pero se puede maximizar el potencial educativo del cuento si los padres hacemos preguntas de curiosidad sobre aspectos emocionales del libro, como por ejemplo: «¿qué crees que siente el personaje?», «¿por qué, qué te lo indica?», «¿y si estuviera contento, cómo lo sabrías?», «¿cómo crees que podría actuar?», «¿qué harías tú en su lugar?», «¿qué otras cosas podría hacer?”, «¿cómo podría calmar su rabia o enfado?».
Halagar…sin pasarse de rosca
Todos los niños tienen un talento y tu hijo no es la excepción. Por ello, como padres debemos celebrar su(s) cualidad(es) sin compararlo con otros niños, y tampoco etiquetarlos. Valorar el resultado de sus acciones es importante, pero lo es más reconocer su esfuerzo independientemente del resultado.
Sin embargo, no debemos exagerar los halagos, y sí, hay que ser concretos al valorarlos.
Los buenos consejos
De igual manera que pedimos a nuestros hijos que se cepillen los dientes o hagan los deberes, podríamos introducir consejos del tipo quiérete en todo momento.
La autoestima de los niños se construye enseñándoles a autovalorarse: mi niño cuídate, protégete, mímate, acéptate, agradécete, ríete de ti mismo, busca lo que te hace feliz.
Disciplina positiva
Este es un recurso muy útil para fomentar la autoestima de los más pequeños, educando con respeto hacia nosotros mismos y hacia el niño. La disciplina positiva apela a los padres a educar con amabilidad y firmeza, a centrarse en las soluciones en vez de en los castigos, entre otras cosas.
La Rueda de las Opciones se propone ayudar a los niños a canalizar adecuadamente emociones desagradables (ira, enojo, rabia o frustración).
Para empezar, debemos elaborar, junto con el niño, una lista con las acciones que puede hacer cuando se enfada en lugar de gritar o pegar (por ejemplo, coger su peluche preferido y abrazarlo, contar hasta diez, hacer respiraciones, saltar, etc).
Es importante que cuando estamos elaborando la lista de acciones dejemos al niño participar activamente y que procuremos solo acompañar sin darle las soluciones.
Cuando una emoción desagradable se haga presente y el niño se sienta explotar, puede recurrir a su rueda de opciones para escoger una manera de gestionar esa emoción y ¡ponerla en práctica!
Trabajando las emociones
Escogemos varias fotografías con personas, niños o personajes expresando una emoción, y nuestro peque debe identificar la emoción y clasificar las imágenes (con nuestra ayuda, claro). Aprovechamos ese momento para hablar de esa emoción en concreto: cómo se manifiesta físicamente, qué cosas produce dicha emoción, qué pensamientos provoca, qué podemos hacer al sentirla, etc.
Para los más pequeños puedes empezar con dos o tres emociones básicas (alegría, tristeza, enfado, miedo, amor) e ir ampliando progresivamente a otras emociones más complejas.
Conocer, identificar y gestionar adecuadamente las emociones propias es fundamental para desarrollar una buena autoestima en los niños.