Quienes nacieron a partir de 1997 son conocidos como “nativos digitales”, personas que han convivido toda su vida con la tecnología adquiriendo un dominio abrumador de dispositivos, aplicaciones digitales y redes sociales. Desde entonces, cada generación de niños le da mil vueltas a sus padres en materia tecnológica, lo que se traduce en un control parental digital deficiente o nulo en este ámbito.
¿Pero, dejarías a tu hijo pequeño solo en la esquina de una calle para que interactúe libremente con los viandantes? Desde el sentido común, la respuesta es no.
Lo mismo sucede en la vida digital, en las redes sociales. Es imprescindible que de la misma manera que educamos a nuestros hijos en el mundo real, hacer lo mismo en el mundo digital para que aprendan a desenvolverse de forma responsable.
El dominio tecnológico de los menores es un hecho, pero no ocurre lo mismo si hablamos de la parte afectiva y psicológica, igualmente necesaria para desenvolverse en la vida real y digital. Y algo en lo que los padres tenemos que educar y aconsejar a los hijos.
¿Y para qué necesita mi hijo a las redes sociales?
El sentimiento de conexión y pertenencia a partir del cual los pre adolescentes construyen su identidad y autoestima nace en la formación de comunidades con sus pares.
Anteriormente era la pandilla, los colegas o grupo de amigos. Pero en esta era digital esos lazos se construyen también, y en ocasiones principalmente, en redes sociales como Twitter, Instagram, Facebook y similares. Son herramientas, que utilizadas correctamente, resultan imprescindibles para reforzar el sentimiento de inclusión.
Asimismo, los colegios también utilizan redes sociales educativas para fomentar la colaboración y el intercambio de información, reforzar conocimientos, promover la creatividad, despertar inquietudes culturales, solidarias o cívicas, etc.
¿A qué riesgos se expone mi hijo en internet?
La falta de información para el autocuidado y de educación en el uso de las redes sociales puede exponer a nuestros hijos a situaciones física y psíquicamente dañinas.
El cyberbullyng ocurre cuando un menor acosa (humilla, insulta, desprestigia o calumnia) a otro menor a través de medios digitales. Si el acoso lo realiza un adulto, se trataría de un delito, denominado ciberacoso.
El sexting es el intercambio de imágenes o vídeos personales de contenido sexual a través de las redes sociales. Se originó entre adultos, pero es un delito cuando se realiza entre un menor y un adulto. Las imágenes se usan para extorsionar al protagonista, para obtener dinero o cualquier otro favor, incluido el sexual.
Una de las prácticas más peligrosas en las redes sociales es el Grooming que ocurre cuando un adulto, creando un perfil falso, se hace pasar por un niño o adolescente y se gana la confianza de un menor con un propósito sexual. Es una práctica usual entre pederastas y psicópatas sexuales.
Debemos transmitir a nuestros hijos la idea de que lo que se publica o comparte en internet queda allí para siempre, y esto conlleva consecuencias impredecibles.
¿Cómo educar (nos) para el uso de la tecnología?
Como padres, es necesario ponernos al día con la tecnología y con la educación para el uso de las redes sociales. Pero todo ello no se sostiene sin una comunicación adecuada con nuestros hijos, comunicación cercana y cotidiana que nos permitirá estar atentos ante cualquier cambio de conducta.
Una estrategia para hablar su mismo idioma y sobre los temas de su interés es utilizar las redes sociales y ser sus contactos o seguidores.
También podemos realizar un control parental a través de aplicaciones como Kidsplace o Qustodio para gestionar y supervisar el uso de dispositivos (definir reglas, tiempo y sitios de acceso).
Muchos expertos aconsejan acordar paralelamente por escrito un catálogo de pautas, reglas y comportamientos digitales a seguir por nuestros hijos mientras sean menores de edad y estén a nuestro cargo. Estas son sus sugerencias:
- El respeto y la educación en internet deben observarse como en la vida real. No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a tí.
- Tener en mente que los contactos que se hacen por las redes sociales con gente desconocida, no son amigos reales.
- No dar ni publicar en internet información personal ni de terceros, como dirección, teléfono, etc.que permita identificar o localizar a quien publica.
- Configurar adecuadamente el nivel de privacidad del perfil social de las redes sociales, de modo que sólo pueda ser visto por amigos o contactos que realmente conocen.
- Ser prudentes con las publicaciones en las redes sociales de imágenes personales propias o de terceros, pues ya no es posible controlar su difusión, pues la puede ver mucha gente incluso profesores, y con los años, jefes.
- Comunicar a los padres cualquier situación incómoda, consultar dudas sobre propuestas, o informar sobre personas que estén perjudicando a terceros en las redes sociales (animarles a no ser cómplices silenciosos).
- Dejar en claro que el dispositivo (móvil o tablet) es de propiedad de los padres quienes pueden disponer su uso como crean conveniente.